Cuando se sobrepasa cierta edad podemos observar cómo, tarde o temprano, nuestras necesidades y requerimientos nutricionales cambian, perdemos el apetito, ya sea, porque la actividad física cambia y tendemos, cada vez más, hacia el sedentarismo. Esos paseos que antes duraban hora, hora y media, ahora duran escasamente 30 minutos puesto que nos fatigamos antes y nuestro cuerpo no responde igual que como lo hacía hace unos años.
Puede ocurrir también en personas polimedicadas, con problemas digestivos o aquellas que hayan tenido algún tipo de enfermedad o tratamiento que su capacidad de masticación y deglutoria no cumpla la función que debería y se tienen que modificar texturas para ayudar a alimentar a esas personas.
Los requerimientos nutricionales, llamamos a aquella cantidad de energía y nutrientes adecuada para obtener un estado nutricional óptimo. Evitando tanto el exceso como el defecto de dichos nutrientes. Tenemos que optar por una dieta equilibrada y sana, pero sobre todo que sea apetecible, que no les quite esas ganas de alimentarse y tampoco lo tengan como una obligación ni un castigo.
Las personas de edad adulta necesitarían un aporte más elevado de proteínas, puesto que éstas realizan numerosas funciones en nuestro organismo, ya sea construir tejidos y reparar los dañados, contribuyen en las defensas del organismo y nos aportan energía. Estas necesidades de proteínas serían superiores a un adulto puesto que los tejidos que estropean con mayor facilidad son más frágiles y esas fibras se desgastan antes.
Para aquellas personas que les cuesta masticar o tienen problemas digestivos y tienen que llevar una dieta más blanda y liquida tenemos que pensar que la comida hay que triturarla y comerla en forma de puré. Esta presentación al final se hace aburrida, a nadie nos gusta estar todo el día comiendo semisólido o liquido directamente…os recomiendo utilizar sabores que les hagan la comida más sabrosa, jugar con las especias si son personas que no pueden excederse de sal, por ejemplo, también se puede optar con un caldo de verduras, carne o pescado para enriquecer más el producto y hacerlo más sabroso. A veces, incluso si la ración que comen es escasa, se puede añadir alguna grasa más sabrosa, no siempre para no abusar por las grasas saturadas, pero de vez en cuando un poquito de mantequilla, algún trocito de embutido como chorizo, longaniza, jamón… para saborizar la receta, pero siempre sabiendo sus patologías y sus límites con la alimentación. Al ser personas que comen raciones escasas, aportamos un poquito más de nutrientes puesto que en la edad adulta no es de menos aportar un poquito de grasa, siempre va a ayudar para aumentar las defensas del organismo, frente a fracturas, sobre todo. Una persona un poco por encima de su peso es más beneficioso que una persona con un peso inferior al recomendable.
Otro aspecto para tener en cuenta es el aporte de líquidos, es importante que se hidraten bien, ya sea mediante la alimentación como con la bebida, necesitan una hidratación abundante (2L-2,5L), incluso mayor en personas que están polimedicadas.
Respecto al daño y desgaste óseo debemos tener en cuenta el aporte óptimo de calcio y vitamina D. El Calcio, sobre todo debemos de obtenerlo a partir de la leche y sus derivados lácteos. La vitamina D, sabemos que últimamente, cada vez que vamos al médico, nos recetan vitamina D, pero… ¿sabemos que función tiene en el organismo?
En nuestro organismo debemos mantener los huesos densos y fuertes, la densidad ósea baja puede provocar que los huesos se vuelvan quebradizos y frágiles. Estos huesos débiles pueden fracturarse más fácilmente, incluso sin una lesión clara.
La función de la vitamina D ayuda a nuestro cuerpo a absorben ese calcio, ayudando así a fijarlo en los huesos, evitando esas fracturas. La vitamina D, se puede obtener a través de la alimentación, como en el pescado azul como las sardinas, salmón, bonito, boquerones, etc., lácteos, yema de huevo entre otros, pero la vitamina D se sintetiza a través de la piel, con la exposición solar, y una pequeña parte a través de la dieta. A pesar de vivir en un país soleado, en los últimos años ha aumentado el déficit de esta vitamina debido, principalmente a la escasa exposición solar. Las personas con mayor riesgo de sufrir este déficit son las personas que padecen enfermedades que provocan su mala absorción como las personas celíacas, las que toman ciertos medicamentos como los corticoides, por ejemplo, las que tienen sobrepeso, personas con insuficiencia renal entre otras.
Es un campo muy amplio el de la mala absorción de los nutrientes, por eso siempre hay que ponerse en manos de los especialistas, para que mediante pruebas y exámenes se vea claramente la deficiencia y la causa del problema de cada individuo. Es una lucha constante, pero con personas tan sensibles a todo, ya sea referido a la alimentación como vulnerables a otros factores, debemos de perder más tiempo con ellas y saber darles esa ayuda que necesitan, ya sean personas de relación directa o indirecta. Ponernos muchas veces en el lugar de ellos y pensar en cómo nos gustaría que nos tratasen a nosotros mismos viéndonos en esa situación, ya que es una situación complicada y como nos dicen muchos pacientes que acuden a nosotros: “ Ay niña, que malo es hacerse mayor no te creas, la edad no perdona…”
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